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Antonella Huck: educar desde la ruralidad

Es común que cuando recorremos los diferentes paisajes de las zonas rurales, aparezcan esporádicamente algunas escuelas que se abren paso entre la producción agropecuaria para darle vida a la educación. Estas escuelas, por lo general son establecimientos centenarios que muchos años después de haber egresado a sus primeros alumnos, siguen de pie educando a quienes aún permanecen en la ruralidad. Podemos encontrar escuelas más cerca, otras más alejadas del ejido urbano, con más o menos alumnos, pero todas aquellas cumplen una función primordial, que es la de no dejar en la marginalidad a aquellos alumnos que a pesar del éxodo hacia la urbanización, aún viven en el campo y sus alrededores.

Cuando hablamos de las escuelas rurales, implica mucho más que pensar netamente en la educación, en la planificación escolar y sus contenidos, en el guardapolvo blanco… implica también pensar en las condiciones edilicias, en sí se podrá llegar los días de lluvia, los recursos con que cuentan los alumnos, en ser personal único y atender distintas dificultades que se desarrollan en el medio rural. Para conocer más acerca de lo que es educar desde la ruralidad charlé con Antonella Huck, quien me recibió una mañana en la Escuela N° 96 “Vecinos Unidos” ubicada en Línea 25 de Basavilbaso, donde trabaja actualmente. No solo me contó su experiencia en esta escuela, sino también su paso por la Escuela N° 73 “Ciudad de Córdoba” de Santa Anita, donde inició su profesión.

¿Cómo surge la idea de estudiar maestra con orientación rural?

Antonella estudió Enseñanza Primaria (o EGB1 y 2) con Orientación Rural en la Escuela Normal Rural “Juan Bautista Alberdi” que se encuentra en la ciudad de Oro Verde. Dicha orientación es una preparación específica para trabajar en escuelas rurales, ya sea plurigrado (todos los grados juntos) o ciclado: primer segundo y tercer grado juntos, y cuarto quinto y sexto.

Yo tengo una tía (madrina) que faltando poco para jubilarse tomó una escuela rural y un año que terminé las clases del secundario fui a ayudarla con el acto de fin de curso y esas cosas, vi como trabajaba y me gustó. Ahí fue cuando me comentan que se podía estudiar maestra con orientación rural en Oro Verde. A su vez era una oportunidad accesible, con muchos beneficios y facilidades para los estudiantes, por ejemplo podías trabajar en las actividades rurales que había adentro de la escuela y pagabas la estadía, también había actividades de turismo, entre otras.

Además que el título me permitía dar clases en escuelas urbanas también.

Los primeros pasos…

Mi primer trabajo fue en una escuela de Santa Anita, “bien al fondo del departamento”, comenta mientras sonríe recordando sus primeros pasos como maestra. Allí me tocaba hacer dedo, quedarme a dormir si llovía, incluso llegué a vivir con mi hijo Andrés luego de la pandemia: mientras yo daba clases, una mamá que traía su hijo a la escuela se lo llevaba y lo cuidaba hasta terminar la jornada escolar.

Trataba de organizarme y llevarme comida para los días que iba a estar en la escuela y también la gente que vivía en la zona siempre colaboraba mucho con eso, les encargaba y ellos me acercaban las cosas que necesitaba. Siempre la gente de campo ayuda mucho con las escuelas y sus maestras.

También allí le tocaba mantenerla, limpiarla, cortar el pasto: yo ya sabía que me llevaba 4 horas cortar el pasto del predio, cuenta.

¿Cuáles son las dificultades de dar clases en el medio rural?

Son varias… Por ejemplo, con los días de lluvia que no se puede entrar a la escuela y no sabemos por cuantos días, hay que manejarse con el pronóstico y tener actividades programadas. Si llueve, son actividades que pueden hacer desde sus casas y si no llueve, las resolvemos en clases. Tratamos de trabajar desde la virtualidad a través WhatsApp: siempre les digo que no hay problema a la hora que manden las actividades, las dudas o consultas, lo importante es que se sienten un ratito con los chicos y puedan hacer las tareas.

A veces, cuando se arma el tiempo “de golpe”, hay que decidir si nos vamos por las dudas o nos quedamos, saco los chicos hasta la ruta para que los puedan buscar, otros los llevo yo. Me ha pasado de llegar con los chicos y tener que subir al auto de nuevo y volvernos.

Otra cuestión es el despoblamiento rural, cada vez queda menos gente viviendo en el campo. El cambio productivo, donde predomina mucho más la agricultura y se necesita menos mano de obra que en otras actividades, o el ingreso de los pools de siembra donde viene gente de afuera a trabajar, van desolando las zonas rurales. También las nuevas necesidades dificultan que la gente siga viviendo en el campo. Muchas veces pasa que cuando los chicos comienzan el secundario las familias migran a las ciudades para que los hijos continúen su educación, y esto implica que si tienen hermanos menores en la primaria, los llevan también.

En la actualidad, Argentina cuenta con 10.533 escuelas primarias rurales y en Entre Ríos de 1024 escuelas primarias, 870 son consideradas de origen rural, pero el inminente cierre de 73 escuelas en las últimas décadas, da indicio de lo que nos cuenta Antonella.

Además, junto con el despoblamiento, muchas otras cosas se fueron perdiendo: antes se permitía que haya otras actividades fuera del horario escolar, por ejemplo catequesis, campañas de vacunación, charlas y venían otras personas a trabajar en esas actividades. Ahora no está permitido hacer actividades que no tengan que ver con la escuela en sí. La escuela funcionaba como núcleo o centro de todo, una red entre otras instituciones y permitía que las familias se integren y compartan, ahora eso ya no sucede, únicamente cuando nos juntamos entre todas las escuelas rurales de la zona a compartir un acto escolar o alguna actividad.

La escasa capacitación para maestras rurales se convierte en otra dificultad, no hay prácticamente capacitaciones. Respecto a los recursos, por ejemplo, cuando se mandaban herramientas desde el gobierno, nunca mandan capacitación, entonces con las computadoras teníamos problemas de conexión que luego teníamos que pagar con recursos de la escuela para desbloquear y utilizar, no se le da un buen uso.

El día a día en la escuela

Antonella da todas las materias: lengua, matemática, ciencias sociales, naturales, tecnología, artes visuales y educación física. Solo cuenta con una profesora de música que viene una vez por semana a dar clases teóricas-prácticas. En esa “hora libre” se aprovecha a ordenar, limpiar, a corregir. Opina que sería bueno contar con más profesionales porque un maestro está capacitado en esas materias, pero no es la especialidad y se podría aprovechar mucho más.

Además, cuando se pierden muchos días de clases por mal tiempo, esas son las materias que más se tarda en recuperar, a veces trata de unir materias con algún contenido transversal para relacionar varias áreas y así poder recuperar a través de distintas actividades.

Los contenidos son ciclados: para primer ciclo hay un eje que luego se complejiza según los años escolares que haya en la escuela, y los contenidos se van adaptando.

Por ejemplo, en este año tengo alumnos desde jardín hasta 6to grado, el único grado que no hay actualmente es quinto, entonces cuando se da un tema nuevo, se comienza explicando con algo simple para los grados más chicos porque es un tema nuevo, mientras que para los más grandes sirve de repaso. Cuando los más chicos comienzan a trabajar en eso, a los más grandes les profundizo el contenido anexando lo nuevo. La primer parte es entre todos y luego vas profundizando. Se implementan juegos para incluir a todos.

En lo referido a la actualización de contenidos, Antonella explica que se va adaptando, “se va viendo sobre la marcha”, porque no hay muchas capacitaciones para docentes rurales, entonces se va viendo que se puede ir tomando y que no, cómo lo podemos adaptar ya que la forma de enseñar es diferente. Lo importante es que los chicos aprendan y se actualicen, que egresen de la escuela bien preparados.

De mayo a octubre las clases son de tarde de 12.30 a 17.30, el resto de los meses concurren por la mañana de 7.30 a 12.30 Hs. El horario de tarde muchas veces permite llegar a la escuela porque cuando ha llovido, los caminos alcanzan a secar. En estos horarios los chicos además de estudiar desayunan o meriendan, pero muchas veces la partida que llega a la escuela no alcanza, por eso Antonella siempre comparte con sus alumnos algunas cositas ricas para estudiar con la pancita llena.

¿Cuántos alumnos asisten hoy a la escuela?

Cuenta que actualmente son 12 alumnos, donde la mayoría viene de centros urbanos: algunos son nietos de ex alumnos de la escuela y los mandan por los buenos recuerdos que tienen de ahí, hay alumnos que vienen desde Rocamora porque la escuela allá es NINA y no quieren mandar a los chicos doble jornada, algunos porque les parece que es más tranquila o más personalizada la atención. De la zona rural son 3 los chicos que asisten.

Ellos se acostumbran a trabajar entre diferentes edades, se acompañan y se ayudan. De todas maneras yo no soy maestra de escritorio.

Nos despedimos con lo más gratificante de ser maestra rural

Es mucho trabajo: no solo sos docente, también sos directivo, enfermera, ordenanza, asesor pedagógico, hay que hacer revisión y control del dinero que llegue a la escuela (ya sea por el estado o por el trabajo de la cooperadora), planificación áulica, libretas, y manejar todas las áreas. Pero el entusiasmo de los chicos, sentir que les gusta estar, que quieren venir, que no se quieren ir. Para algunos de ellos es el único contacto, el único ámbito de encuentro. Además hoy en día los chicos están muy metidos con internet pero acá se olvidan, vienen a jugar y divertirse y mi objetivo es que aprendan a convivir. Los chicos hacen a la escuela, es su lugar, la cuidan.

Antonella siempre trabajó en escuelas rurales desde que se recibió, ya van 10 años de experiencia. Pero a pesar de las distintas dificultades y que cada vez queda menos gente viviendo en el campo, sigue eligiendo su profesión, sigue eligiendo educar desde la ruralidad.

Por Florencia Dutruel

Emilio Puch
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